El filósofo estagirita definía hace cerca de 2350 años, amistad como una virtud ética imprescindible para alcanzar la felicidad y en su obra dedicada a su hijo Nicómaco escribe "la amistad: es, en efecto ,lo más necesario para la vida. Sin amigos nadie querría vivir, aun cuando poseyera todos los demás bienes; hasta los ricos y los que tienen cargos y poder parecen tener necesidad sobre todo de amigos; porque ¿de qué sirve esa clase de prosperidad si se la priva de la facultad de hacerlo bien, que se ejerce preferentemente y del modo más laudable respecto de los amigos?”.
En su libro sagrado, los cristianos la identifican con el sacrificio, un buen amigo será así quien esté dispuesto a dar todo, hasta su vida por su camarada. Grandes escritores, cineastas o guionistas han dedicado extensos párrafos, imágenes y escenas a este tópico.
Pero cuál es la actual concepción de amistad?
Acudiendo a la primera acepción de la Rae obtenemos que se trata de el Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato. Pero es está definición real? O estamos con ella entrando de nuevo en el espeso quijotismo de lo utópico?
Desde la infancia nuestra educación o el cosmopolitismo de las redes sociales nos hace llamar amigos a aquellos con quien compartimos pupitre seis horas cada día, quienes nos dan un mordisco de su bocadillo en el recreo, nos dejan los deberes cuando la profesora los revisa, el incondicional en cada fiesta, el que conoce todos nuestros secretos, quien se ríe de nuestros chistes, o quien comenta cada foto que subimos a Instagram. Pero existe la verdadera amistad? Cuando las cosas se tuercen y pareces hundirte cada vez más hondo, realmente hay alguien que vaya a lanzarte una cuerda a la que agarrarte? O simplemente dirán no tener los medios para levantarte, guardando en su espalda una escalera, y disfrutando de cada centímetro de ti que se vuelve añicos?
No quiero incurrir en el escepticismo definiéndola como un inalcanzable, pero creo que no todo el mundo llega a ella. Tendemos a considerar personas de confianza a quienes verdaderamente no lo son. Depende claramente de factores personales o sociales, pero cada vez en mayor medida es el interés el que nos mueve en nuestras relaciones e impulsos como los celos, la envidia o la desconfianza las arruinan. Es un dicho que con los dedos de una mano se cuentan los amigos de verdad, pero considero que usando dos de ellos uno seguiría, en una amplia mayoría de casos sobrando siendo extremadamente difícil distinguir quién está en tu barco y quién no, y debe esta basarse en un proceso que se forje a lo largo de los años y no mediante actos esporádicos o decisiones concretas. Contradictoriamente, considero que al igual que en una partida de naipes, el azar juega un rol esencial y que una jugada maestra puede influir en todo el desarrollo de la partida. Reflexionando fríamente y recurriendo una vez más a nuestro refranero, quien tiene un amigo cuya veracidad haya sido constatada, tiene mucho más que un tesoro.