Tus miradas,
son el lugar más frío en el que
jamás me he perdido.
Tus palabras,
son espinas
que abren brechas para
crear su camino y clavarse
más y más hondo.
Nunca preguntaste mi opinión,
no buscaste mi bien,
destruiste cada pedazo de mi,
sin piedad alguna,
dejándome, desnuda,
sola, triste, asustada.
Asustada de tu indiferencia,
de mi incapacidad de comprenderte,
de verte feliz con mi sufrimiento,
orgulloso de haber conseguido
que me descompusiese así,
de que para ti esto fuera un juego
y tú ocupases lo más alto del podium,
desde donde poder sentirte superior a mi.
Solo fui tu capricho,
nunca llegue a significar algo para ti.
Aposté por ti y me endeude,
perdí mi norte, mi ingenuidad,
no volveré a cometer el mismo fallo.
Perdí mi tiempo, mis ganas
de compartirlo.
Perdí una parte de mi,
y sin embargo no me duele
verte entero, reforzado,
esa es nuestra diferencia,
tengo un centenar de recuerdos, de canciones
que me harían odiarte.
Un secreto,
el último que vamos a compartir,
no soy capaz de invertir
en 360 grados mis sentimientos hacia ti.
Siento rabia,
al mirarme, porque a pesar de todo,
espero que seas feliz.
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